Quién me sirva rezando constantemente mi Rosario recibirá cualquier gracia que me pida.
Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
El Rosario será un escudo fortísimo contra el infierno, destruirá los vicios, librará de pecados y abatirá la herejía.
El alma que se me encomiende con el Rosario no perecerá eternamente.
El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, no morirá de muerte desgraciada; se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracia, si es justo; y, en todo caso, será admitido a la vida eterna.
Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin el auxilio de la Iglesia.
Libraré pronto del Purgatorio a las almas devotas del Rosario
Todo cuanto se pidiere por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
La devoción al Santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.