Boletin 2009

Aproximación a la vida de María

Narrar la vida de la Virgen María es contar la vida de Jesús, y viceversa, pues nunca dos personas han estado más unidas que esta Madre y este Hijo.

           Si tenemos en cuenta que las muchachas hebreas solían contraer matrimonio entre los 14 y los 16 años, María debió nacer cerca del año 20 a.C.

I.     Anunciación a María y Encarnación del Hijo de Dios: de su vida antes de la Anunciación sabemos muy poco. Una tradición de los primeros siglos nos habla que sus padres se llamaban Ana y Joaquín, y que vivían en Nazaret. María habría realizado su desposorio con un joven llamado José, originario de Belén, posiblemente el año 6 a.C. (vf Mt 1,16; Lc 1,27). El desposorio en Israel era una ceremonia nupcial que otorgaba todos los derechos y obligaciones del matrimonio, pero sin vida común todavía. En este estado se encontraba María cuando se le apareció el Arcángel San Gabriel.

En la Anunciación el Ángel no sólo le anunciaba a María la Encarnación, sino que con ella le anuncia a la vez el profundo Misterio de Dios, es decir, la Santísima Trinidad:

      + Dios Padre la ha elegido,

      + Dios Hijo (hombre) nacerá de Ella

      + y Dios Espíritu Santo la fecunda

¿Nos podemos imaginar la impresión que el Ángel produciría en la jovencísima María? De forma misteriosa María se ve en cinta y de un hijo que según el Ángel se llamará “Hijo del Altísimo”. Pero ¿cómo podía entender una mujer judía que Yahveh Dios tuviera un hijo? Y sin embargo, el hecho de su embarazo está ahí. La Encarnación es un tema sobre el que María, sin comprenderlo, medita continuamente. No nos extrañe que el evangelio repita varias veces que “María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón”. Y es que María no lo tiene todo claro desde el principio. Al igual que nosotros irá comprendiendo poco a poco los planes de Dios. Sin embargo, aunque no lo entiende todo, la Virgen confía y dice Sí al Señor.

II.     Embarazo de María y Nacimiento de Jesús: tras la Anunciación del Ángel, María se puso en camino inmediatamente para ayudar a su anciana prima que estaba en cinta (Lc 1,39). Al regreso de su visita a santa Isabel, y después del anuncio en sueños a José, se realizó la ceremonia religiosa del matrimonio de José y María, y la fiesta de bodas. A partir de ese momento empiezan a vivir juntos (Mt 1,24).

¿Qué pudo suponer para la Virgen que su embarazo se hiciera público y notorio en la vecindad? Y no sólo a José, sino también a otros que, a diferencia de su prometido, daban rienda suelta a su lengua.

El embarazo de María no transcurrió sin dolor. Pues aunque preservada del pecado original, esto no quiere decir que por ello se ahorrara los dolores que ha arrastrado la mujer desde el principio: “parirás tus hijos con dolor” (Gén 3,16).

Debido al censo, José y María tuvieron que trasladarse a Belén (Lc 2,1) en donde nació Jesús posiblemente en la primavera del año 4 a. C. A los 8 días, de acuerdo con la ley judía, José lo llevó para que fuera circuncidado a la sinagoga de Belén (Lc 2,21). A los 40 días del nacimiento de acuerdo con la Ley, María debía purificarse del parto, por lo que la joven pareja subió al Templo de Jerusalén, en donde presentaron al Niño al Señor y tuvieron el encuentro con Simeón y Ana, la profetisa (Lc 2,25-38).

III.     Infancia de Jesús y Meditación de María: después de la presentación en el Templo, es muy posible que la Sagrada Familia haya regresado a Belén, de donde era originario José. En ese lugar se habría establecido por espacio al menos de un año. Durante este período ocurrió la visita de los Magos. Enseguida la familia se fue a vivir a Egipto en donde permaneció por un espacio de unos 4 o 6 años, para luego, avisados por el ángel de la muerte del rey Herodes, regresar a Israel y posteriormente dirigirse de nuevo a Nazaret en donde transcurriría el resto de su vida hasta que Jesús saliera a predicar (Mt 2,19-23).

A partir del año 6 d. C. la familia vivió establemente en Nazaret. Cada año, según la tradición judía, se hacía una peregrinación al Templo de Jerusalén, en tiempo de Pascua. Según el evangelista san Lucas, cuando Jesús cumplió 12 años, es decir, cuando alcanzó la ciudadanía y todos los derechos y obligaciones de un judío, fueron como de costumbre al Templo (Lc 2, 41-50). Esta ocasión servirá a Jesús para recordarles a sus padres, que aunque el tiempo va pasando y nada extraordinario sucede en sus vidas, él es Hijo de Dios, destinado a ser la luz y la salvación del mundo.

Después de este suceso, la vida de José y María transcurrirá normalmente en Nazaret (Lc 2,51). Durante este período, de acuerdo con una muy antigua tradición y dado que no se vuelve a mencionar a José, la Iglesia ha creído que José murió santamente cuando Jesús habría tenido 25 años (ya que para ese entonces Jesús sería un carpintero reconocido que trabaja con su padre, como lo mencionan los evangelios). Contrario a lo que se ha difundido sobre la figura de José, al cual se le ha hecho aparecer como un anciano, con el fin de proteger la virginidad de María, podemos suponer que moriría a la edad de 50 o 52 años.

IV.     Vida pública de Jesús e intercesión de María: la siguiente vez que aparece María en el evangelio es en la boda de Caná (Jn 2, 1-11). Estamos ya en el año 27 d. C. En esta boda, María desempeña un misterioso papel. Los novios que les habían invitado eran conocidos de la familia de Nazaret. Pero es la primera en advertir el apuro de aquella gente. Es una más entre los muchos invitados. Y cuando se lo hace notar a su hijo, no lo hace ciertamente porque espere un milagro de El (hasta ahora no ha obrado ninguno) sino con la esperanza de que hallará una solución. Lo que hemos de considerar aquí es la atención de María a las necesidades de los pobres, y su instintivo sentimiento de que su Hijo tiene que saberlo y buscar remedio de alguna forma.

Tras el comienzo de la actividad pública de Jesús, al quedarse sola, María tuvo que convivir estrechamente con sus parientes, que según nos relatan los evangelios, no creían en Jesús (Jn 7,3ss) y que cuando consideraron que se estaba pasando de la raya, “vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales” (Mc. 3,20ss). María está en medio de este gente, llega junto con ellos para verlo. Alguien le dice a Jesús que su Madre y sus parientes están afuera y lo han mandado llamar; pero El los deja en la puerta y que se marchen sin lograr su propósito (Mc 3,30ss). Hay que tratar de imaginarse lo que pudo pasar en el interior de la Madre: ¿es que ya no cuento nada para El? ¿me deja plantada? Tiene que escuchar cientos de rumores en parte deformados; vive en un desierto de angustia y preocupación. Sin duda el Espíritu Santo le sostiene en esta soledad.

V.     Pasión de Jesús y Maternidad de María: es muy posible que Jesús subiera todos los años con María a Jerusalén para la Fiesta de Pascua. Lo más probable es que se quedara en casa de Lázaro, Marta y María, en Betania.  Esto explica el hecho de la presencia de la Virgen en la Crucifixión (Jn 19,25-27). María, posiblemente avisada por algunos de los discípulos, habría estado presente en todo el proceso del juicio y de la crucifixión de su Hijo. Finalmente, recibirá el cuerpo de Jesús y lo acompañará hasta el sepulcro. Esa noche regresaría a casa de Lázaro en Betania.

María pasa tan inadvertida que los evangelios sinópticos no la destacan entre las piadosas mujeres junto a la cruz. A varias se las llama por su nombre, más no a ella. Quizás está aparte, junto a san Juan, alejada de las otras, oculta entre la masa de soldados romanos, del populacho curioso, o de las multitudes, que antes de la fiesta, pasaban junto a la cruz en su ir y venir a la ciudad. Una pobre mujer cualquiera.

VI.     Resurrección de Cristo y Asunción de María: se han hecho muchas conjeturas sobre si Jesús Resucitado se apareció a María y cuando fue esto. Suponemos que Jesús se le apareció inmediatamente después de la resurrección, es decir, antes que a los primeros que fueron a la tumba y la encontraron vacía; esto explicaría el hecho de que María no estuviera entre el grupo de mujeres que va a visitar el sepulcro con ungüentos y perfumes, pues ya lo habría visto antes resucitado.

Desde el día de la crucifixión María vive con san Juan (Jn 19,25) y en estrecha comunión con los demás miembros de la iglesia naciente. La veremos de nuevo en el Cenáculo, lugar en que se reunía con periodicidad la primera comunidad, orando y pidiendo el cumplimiento de la promesa del Espíritu Santo (Hech 1,14).

Después de Pentecostés no volveremos a tener referencia bíblica sobre su vida. Por una antigua tradición sabemos que vivió durante mucho tiempo en Éfeso con san Juan y que seguramente ahí mismo murió y fue llevada al cielo (aunque hay quienes afirman que murió en Jerusalén). En cualquier caso, como dice el Concilio Vaticano II, al citar el Dogma de la Asunción “llegado el final de su vida terrena, María fue asunta al cielo en cuerpo y alma”.

             Puede parecer, hermanos y hermanas de la Cofradía del Ntra. Sra, la Virgen del Rosario, que la vida de la Virgen acaba aquí. Pero es todo lo contrario. Desde el cielo María puede realizar mejor la misión maternal que Jesús le encargó:  “Mujer ahí tienes a tu hijo”. Todos somos hijos e hijas de Santa María la Virgen a quien todos los días de octubre y del año la honramos, la veneramos y le invocamos como María Santísima del Santísimo Rosario. Rogad por nosotros. Amén.

                                                Blas Pegalajar González, Sacerdote y Cofrade