Boletin 2006

“Fíat” en Valencia

            “Aquí está la esclava del Señor…”Con el sometimiento a la voluntad del Padre comenzaba el Rosario por las familias en la playa de la Malvarrosa en nuestra querida ciudad de Valencia. Era el primer acto que, con motivo del “V Encuentro Mundial de las Familias”, se celebraba en la capital y , como en todo lo que durante esos días y con ese motivo nos congregaba, superó todo sentimiento y aspiración que nuestros corazones pudieran albergar.

            Cuando llegamos a Valencia recibimos la mochila del peregrino y, al abrirla, lo primero que hallé fue un pequeño y sencillo rosario que enseguida me trajo a la memoria tantas ocasiones en las que nuestro querido Juan Pablo II, y después su sucesor Benedicto XVI, fomentaba esta profunda oración tan fácil de rezar en familia y que nos pone en comunión con Jesús a través del corazón de su Madre.

            Y llegó el momento. Las enormes distancias de la ciudad no nos desalentaron, y la ilusión por alcanzar la playa y lo que allí nos esperaba nos empujaba con alegría. ¡Qué multitud! ¿Quién ha dicho que la familia ya no tiene sentido? ¿Es posible que se asegure que ya nadie reza? El conocer, el entrar en contacto con la verdad, con infinidad de familias numerosas, abuelos, incluso niños recién nacidos… nos produjo una alegría tal que parecía que en nuestros corazones no cabría tanto gozo. La esperanza existe, pese a lo que muchos digan, porque la familia, sustentada en la fe, tiene permanencia en nuestra sociedad, tan aturdida y falta de valores. Pero es fundamental la oración, “La familia que reza unida permanece unida” proclamó en una ocasión el Santo Padre, y el Rosario, para algunos trasnochado, de otra época, cobra fuerza en hogar, porque el Rosario, que profundiza de singular manera en los misterios de la vida de Cristo por medio de la cercanía de María, puede incluir tantos acontecimientos, experiencias del hombre, sufrimientos y alegrías de cada miembro de la familia que de esta forma se une al Amor de Cristo mediante una Madre que abraza y ampara.

            El Rosario, en esta ocasión, fue escenificado por niños que, con sus dulces y convencidas voces, llegaban a emocionar a los adultos; y entre un mar de luz nuestras miradas buscaban el horizonte con la esperanza de que toda España, el mundo entero creyeran en la familia, célula de la sociedad, y de que nuestra oración llegase a aquellas más necesitadas. “Fiat”, “Hágase” pronunció María, y de esa total confianza y entrega al Padre nosotros aprendemos de nuestra Madre y encontramos sentido y reconocemos la importancia del rezo del Rosario para seguir siendo testigos en el mundo.

Belén López-Sidro