Triduo 2003. Día 1
“SANTA MARIA PEREGRINA»
1.‑SALUDO:
LECTOR: ¡Dichosa eres tú. Virgen María!.
TODOS: ¡Dichosa eres tú. Virgen María!.
LECTOR: ¡María Inmaculada, Madre del Rosario siempre virgen. Madre de Dios y Madre de la Iglesia: hoy, vengo a ti con alegría v con esperanza!
TODOS: ¡Dichosa eres tú. Virgen María!.
LECTOR: ¡ María madre nuestra! ¡Eres la flor más radiante y hermosa que Dios ha plantado en el jardín de la Iglesia. ¡Tú has acercado a tu Hijo Jesús a muchos hombres y mujeres de todas las razas, de todos los continentes y todos los tiempos!
TODOS: ¡Dichosa eres tú, Virgen María!.
LECTOR: Al contemplarte Madre, en estos días, quisiéramos descubrir como eres, lo que Dios hizo en Ti, y lo que hace ahora con nosotros, y juntos decirte: ¡Dichosa eres tú. Virgen María!.
TODOS: ¡Dichosa eres tú, Virgen María!.
2.‑ LECTURA
María camina, se mueve activamente para servir a los demás, no busca el reposo ni desea estar tranquila. Ella vive en el camino, al igual que todos los que buscan y los que aman. Es inquieta. no se instala, no se acomoda, sino que camina esperanzada y esperanzadora. Ella se pone en marcha hacia las montañas de Judea para visitar a su prima Isabel, camina hacia Belén y como pareja de peregrinos busca refugio en un establo. Camina hacia Egipto, porque un rey ambicioso y sanguinario tiene miedo de un niño pequeño y lo busca para matarlo.
María es caminante con todo aquel que tiene una noticia que comunicar, como todo el que para servir toma iniciativas. Ella es la mujer «peregrina» atenta para salir, para servir. para compartir, para orar y para sufrir con el que sufre. Es peregrina porque sabe orar al Padre. porque camina hacia sus hermanos. porque está movida por el amor. Como nosotros que peregrinamos y caminamos hacia el Padre, que vivimos para servir. Somos también peregrinos y formamos parte de un pueblo que quiere orientar sus pasos hacia la VERDAD y la JUSTICIA.
Por eso hoy, miremos a María peregrina, para que nos ayude a seguir caminando tras las pisadas de su Hijo Jesús; que Él sea la razón de nuestra fe y la fuerza de nuestro vivir. Que nunca pongamos nuestra fe ni en los conocimientos humanos, ni en nuestra fuerza ni tradiciones, ni en nuestras seguridades, ni en tal o cual persona. sino en Cristo, que es « el camino, la verdad y la vida«.
3.‑ REFLEXION PERSONAL
Breve silencio. Pídase la gracia que se desea alcanzar.
4.‑ PLEGARIA
‑ Madre de Dios y Madre nuestra; ¡ayúdanos a vivir llenos de fe y confianza en el amor del Padre. manifestado por tu Hijo!. AVE MARIA.
‑ Fiel discípula de Jesús: ¡ayúdanos a ser también nosotros incansables seguidores convencidos en el camino del Evangelio. AVE MARIA.
‑ Virgen sencilla de Nazaret; ¡ayúdanos a crecer en la humildad, en la pobreza, en la justicia y en la fraternidad, para vivir sinceramente como cristianos. AVE MARIA.
5.‑ ORACION FINAL.
María, Madre y Virgen del Rosario. peregrina de nuestra tierra y Señora de todos los caminos: entre dolores y esperanzas vamos dando nuestros pasos en la vida. Muchas veces las fuerzas son escasas y nuestro ánimo decae. Sentimos el peso y el cansancio cuando vamos solos y sin rumbo. ¡Virgen peregrina, camina con nosotros, apoya nuestra vida y danos esperanza! Por Jesucristo nuestro Señor. AMEN.