Boletin 2003

El Rosario y sus Misterios. Un rayo de luz para el mundo de hoy

           Fue el día 16 de octubre de 2002 cuando Juan Pablo II entraba en sus 25 años de pontificado, y no obstante su deteriorada naturaleza, nos ayuda a levantar los ojos al cielo, a mirar a la estrella e invocar a María, que camina con nosotros. Ese día el Santo Padre publica la Carta Apostólica: Rosarium Virginia Mariae. En ella nos invita a mantener esta devoción mariana, que es el salterio popular, a rezarlo con devoción y meditar sus 15 misterios, agregando otros cinco misterios más, que son los luminosos. Nos proclama un año mariano del Santo Rosario. La Carta Pontificia es como una luz para nuestro camino vacilante. El Rosario puede ser el punto de apoyo para mover nuestro mundo y lograr la paz y la concordia entre todos los hombres.

             El Santo Padre ha confesado muchas veces: “El Rosario es mi oración predilecta”. En esta Carta nos invita a todos a que sea también la nuestra. La Orden Dominicana acoge con gratitud la Carta sobre el Rosario y nos sentimos en plena sintonía con su contenido. Nos alegra constatar que no sólo recoge la mejor tradición de esta devoción como lo hizo Nuestro Padre Santo Domingo sino que le da la profundidad de la contemplación cristiana cuyo centro y fuente esta en los misterios de Cristo, y nos prepara y exige una renovación en nuestra vida contemplativa.

             La Iglesia siempre ha exhortado a todos los cristianos a alimentar su piedad hacia la Santísima Virgen. El culto litúrgico, los ejercicios de piedad, es que se pueden reconducir al “cauce del único culto que justa y merecidamente se llama cristiano, porque en Cristo tiene su origen y eficacia, en Cristo halla plena expresión y por medio de Cristo conduce en el Espíritu al Padre” (Cf. Ibid.Intr.). Esto significa que los ejercicios de piedad marianos, aunque no todos del mismo modo, de hecho expresan la dimensión trinitaria que distingue y caracteriza el culto al Dios de la Revelación, el Padre, el Hijo y El Espíritu Santo.

            “Al ilustrar a los fieles sobre el valor y belleza del Rosario se deben evitar expresiones que rebajen otras formas de piedad también excelentes o no tengan en cuenta la existencia de otras coronas marianas, también aprobadas por la Iglesia” (C.para el Culto Divino), o que puedan crear un sentimiento de culpa en quien no lo recita habitualmente, “el Rosario es una oración excelente, pero el fiel debe sentirse libre, atraído a rezarlo, en serena tranquilidad, por la intrínseca belleza del mismo”, (Pablo VI, Marialis Cultus, 55)

             En el intento de colaborar con mi “granito de arena” espero sepan disculpar las deficiencia encontradas en este escrito, pero lo he hecho consciente del mi amor a la Stma. Virgen y para que ella desde el medio que sea siempre nos acompañe y proteja

 Sor Guadalupe Jiménez García O.P.
Córdoba