Una talla cordobesa
Con el inicio del milenio un grupo de personas cercanas a la Orden Dominica, nos propusimos impulsar el fervor y esplendor del que la Cofradía del Rosario había hecho gala en épocas pasadas.
Tras la desaparición de la antigua imagen durante la contienda civil, muchos son los esfuerzos realizados por la RR. MM. para la persistencia de la devoción a nuestra Señora del Rosario, llegándose a encargar una talla que presidió el Altar Mayor de la Iglesia Conventual. Esta imagen de talleres valencianos procesiona como titular de la Cofradía, pero su gran peso y la dificultad para sobrevestirla, nos hace pensar en que sería mas adecuada una de las llamadas de candelero. A una simple sugerencia, las Madres Dominicas nos comunican la existencia de una Virgen del Rosario de estas características, expuesta al culto antiguamente y que podría ser cedida para tal fin, estando localizada en el convento cordobés de Santa María de Gracia.
Una vez tratado el tema en Junta de Gobierno, nos desplazamos por el mes de mayo a la vecina ciudad para contemplarla y ver sus posibilidades. Subimos directamente a las estancias superiores hacia un pasillo donde se encontraba la imagen, comprobando con algo de decepción la profunda mella que el tiempo había causado sobre policromía y ensambles, permaneciendo de pie casi por milagro sobre un maltrecho candelero. Su utilización por tanto a corto plazo como titular era imposible sin una concienzuda restauración, pero su belleza serena y la riqueza de su ajuar evocaban esplendores pasados que merecían la pena rescatar.
Pasaban los días y nos empapábamos de la historia de esta talla del antiguo Convento de Santa María de Gracia, fuente de devociones y objeto de ricas donaciones, entre las que podemos destacar las de la Reina Isabel II. Junto a ella un niño de Virgen malagueña desaparecida en la Guerra Civil, y rescatado por las monjas al abandonar el convento.
Cuanto mayores eran nuestros conocimientos mas nos lamentábamos de no poder disponer de este legado para nuestra Cofradía siendo necesario antes un peritaje técnico y artístico. De nuevo intervienen las Madres Dominicas poniéndose en contacto con el afamado imaginero y restaurador Antonio Bernal que había realizado algún trabajo para ellas. Tras su estudio confirma la datación en el siglo XVIII, y aunque de autoría anónima la ratifican de factura correcta y gran belleza, comprometiéndose en su restauración para el mes de Octubre de ese mismo año.
Nuestra sorpresa fue mayúscula, y aún mayor cuando pudimos admirarla con su policromía original rescatada, vestida de ricos brocados y encajes de blonda de la Marquesa del Rincón de San Ildefonso, hermosamente preparada para los cultos aunando devoción y tradición andaluza en una ciudad que venera y reza el rosario desde que históricamente es propagado por la Orden Dominica y su Cofradía del Rosario.
Bartolomé Castro Duro.