Triduo 2001. Dia 1
«SANTA MARÍA MADRE Y SEÑORA NUESTRA»
1.‑ Saludo:
Lector: María, Madre de Dios y Madre Nuestra, Tú eres toda hermosa, Tú eres de Dios gloria La obra de su amor.
Todos María, Madre de Dios y Madre Nuestra.
Lector: Pureza inmaculada, espejo del Señor, ¡oh fuente de la gracia, unida al Redentor!
Todos María, Madre de Dios y Madre Nuestra.
Lector: ¡oh rosa sin espinas! ¡oh vaso de elección! De Ti nació la vida, por Ti nos vino Dios.
Todos: María, Madre de Dios y Madre Nuestra.
Lector: Infunde en nuestro pecho la fuerza de tu amor, Feliz Madre del Verbo, custodia del Señor.
Todos: María, Madre de Dios y Madre Nuestra.
Lector: Dichosa por los siglos, los pueblos te dirán: «Tú fuiste del Dios vivo, la aurora celestial»
Todos: María, Madre de Dios y Madre Nuestra.
2.‑ LECTURA:
El amor de Dios es algo tan divino, que los humanos apenas nos hacemos idea. Un rastro lo encontramos en los amores nobles de la tierra, y especialmente en los dos amores mas grandes: el amor paterno y el amor materno. Tan cercanos a Dios están estos amores que cuando Dios decide hacerse hombre, quiere hacerlo en el seno de una mujer; y cuando llega la hora de nacer, prescinde de casi todo, menos del amor de una madre, como María y de un padre como José.
De hecho, la unión del Creador con sus criaturas llega a su cumbre, cuando el Hijo de Dios se encarna en el seno purísimo de María y nace de esta mujer que viene a se así Madre de Dios.
La maternidad divina de María es la raíz de todas las perfecciones y privilegios que la adorna. Por este titulo fue concebida Inmaculada, y está llena de gracia, es siempre virgen, subió en alma y cuerpo a los cielos, he sido coronada como Reina de la creación entera. Pero esa dignidad excelsa de la Madre de Dios, no la aparta en nada de nosotros sus hijos; al contrario como Madre nuestra la utiliza para unirnos mas a Dios.
El Señor nos no hizo saber desde la cruz, de un modo entrañable, cuando dijo a San Juan: «» Ahí tienes a tu madre.» Entonces el corazón de la virgen se ensanchó y cupimos todos, como si fuésemos el único hijo; en cada uno de nosotros ve a su Hijo Unigénito. La Virgen nos mira como la mejor de las madres, como un cariño incomparable, inmenso, atiende a todo lo que nos afecta, sabe de nuestras flaquezas, llora con nosotros cuando estamos tristes y se alegra cuando nos ve contentos.
3.‑ REFLEXIÓN PERSONAL.
Breve silencio.
Pídase la gracia que se desea alcanzar.
4.‑ PLEGARIA
‑ Para que seamos verdaderos hijos tuyos, y acudamos a ti con confianza en todas nuestras necesidades, imploramos Madre tu ayuda. AVE MARÍA.
‑ Para que seamos llenar nuestros vacíos y necesidades con tu corazón de Madre, intercede Madre ante tu Hijo. AVE MARÍA
‑ Para que sigamos tus consejos y ejemplos de Madre, imploramos tu ayuda. AVE MARÍA.
5.‑ ORACIÓN FINAL.
Salve, Virgen Purísima, a quien la familia humana invoca con el nombre de MADRE. En ti ponemos toda la confianza, muestra siempre Madre para a nosotros, modela nuestros corazones e ilumina nuestras mentes. ‑‑lévanos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, para que podamos gozar en la eternidad de tu amor maternal, en unión de tu divino Hijo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. AMEN.
Monitor: REINA DEL SANTÍSIMO ROSARIO.
Todos: RUEGA POR NOSOTROS.