La perdida Iglesia de Ntra. Sra. del Rosario
La historia religiosa de la ciudad está llena de olvidos. De lamentables olvidos. Y uno de ellos es la memoria de la desaparecida iglesia de Nª Sª del Rosario, de la que pocos recuerdos nos quedan.
Estuvo esta recoleta iglesia en la acera derecha de la actual calle García Requena, mas conocida por “Calle de las Recogidas”, en el numero seis, casi esquina con la señorial calle Llana. Su origen hay que buscarlo en una donación que en 1553 hizo a la Congregación de la Santa Vera Cruz el vicario Francisco de Baeza, para que en ella se estableciera un hospital y hospicio donde atender a los cofrades y gentes menesterosas. Luego de unos años cumpliendo su función, en 1588 el obispo Francisco Sarmiento de Mendoza solicitó el local para erigir un “recogimiento” o casa de reclusión y penitencia para reformar la conducta de las mujeres de vida airada y escandalosa, proyecto que en 1615 se consolidó gracias al obispo don Sancho Dávila y a influencia de la Compañía de Jesús creándose una casa de acogida para mujeres que vivían situaciones de inestabilidad familiar o se encontraba en procesos de separación y divorcio.
En el siglo XVIII, siendo obispo don Rodrigo Marín y Rubio, hubo un proyecto para reorganizar y regularizar el que por entonces se denominaba “Hospital y Recogimiento de la Santa Vera-Cruz”. Consideraba el obispo que la casa no reunía las debidas condiciones y por ello se procedió a una amplia remodelación de sus estancias y dependencias. Fue entonces, cuando con los caudales de la fundación, la ayuda de la cofradía y el apoyo del obispo, de doto a la institución de una iglesia con entrada independiente de la institución, para que los vecinos del barrio pudieran frecuentarla.
La iglesia era recoleta y bella. De planta rectangular cubierta por bóveda de cañón, disponía en sus laterales de seis capillitas –tres por lado- donde hubo pinturas e imágenes de particular devoción. El presbiterio, separado de la nave por una baranda de madera, estaba cubierto por bóveda ovalada de las denominadas de “media naranja” y presidido por un sencillo retablo donde se veneraba la imagen de la Virgen del Rosario. Otras imágenes expuestas eran las de San Francisco y Nuestra Señora de los Dolores.
La portada principal, muy sencilla, ofrecía pilastras planas y dintel al clásico estilo jaenés de las casas hidalgas del siglo XVIII. Sobre el dintel, en relieve, se dispuso el escudo de armas del obispo Marín y Rubio y sobre él una hornacina con una cruz de piedra alusiva al titulo inicial de la obra pía. Un gran ventanal abierto en la fachada daba luz suficiente al templo, que además disponía de dos ventanas altas abiertas al huerto. También disponía de una puerta celada por el correspondiente cancel, que a través de un patio dotado de fuente con agua del raudal de Santa Maria, enlazaba con el edificio del hospital. La iglesia disponía de capellán y sacristán, que atendían al culto diario con autorización expresa de la parroquia del Sagrario para administrar el Viático a los vecinos que lo solicitaran.
Muy dañado tras la invasión francesa, todavía cumplió durante unos años su finalidad de “hospicio o recogimiento de mujeres distraídas”. Luego, la Ley de 28 de Septiembre de 1836, que agregó las obras pías de ramo general de la Beneficencia y la desamortización de Mendizábal, cerraron la institución, acabando en manos del Ayuntamiento, que respeto la iglesia donde bajo la advocación de “ermita de Nuestra Señora del Rosario” a diario se celebraba la Santa Misa y se rezaba el rosario, hasta que en 1850 cesó el culto. Convirtiese entonces el inmueble en escuelas públicas. Y andando el tiempo el espacio de la iglesia, a la que se tapio la puerta, se utilizo por sus características de amplitud, a “Escuela Municipal de Canto”, tutelada por aquella gran dama que fue Dª Lola Torres y Rodríguez de Gálvez.
En 1973, dado su estado ruinoso, se desmonto la portada teniendo el acierto de incorporarla a un edificio municipal de la vecina calle del Arco de los Dolores, donde aun se puede admirar. Luego, en 1982, la iglesia de demolió por completo, levantándose sobre su solar un bloque de viviendas. Hoy en el número 6 de la “Calle Recogidas” nada nos recuerda que allí estuvo durante dos siglos la devota iglesia de Nuestra Señora del Rosario, en la que las gentes del barrio de la Alcantarilla practicaban, a la hora mágica de la atardecida, la m as señera de nuestras devociones marianas.
Manuel López Pérez
Director de la Academia Bibliográfico-Mariana