A Jesús por María
Dijo acertadamente el Papa Pablo VI «que para ser buen cristiano hay que ser mariano». Y es que realmente si queremos acercamos a Cristo, Al Hijo de Dios hecho hombre, el más corto e infalible camino es usar el mismo que Él utilizó para acercarse al hombre: LA VIRGEN MARIA. Efectivamente Dios Padre escogió la mediación de una mujer para entregamos a su Hijo. Quiso tener una madre. Y esto lo ha entendido tan bien la Iglesia que el primer dogma que se proclamó relativo a la Stma. Virgen fue el de la MATERNIDAD DIVINA, declarado en el Concilio de Efeso, en el año 431, Ella es la THEOTOKOS, la MADRE DE DIOS.
Así pues es exigencia de todo buen cristiano acoger a María en nuestra vida, en nuestra casa, como lo hizo el discípulo Amado, S. Juan, al pie de la cruz; Ella, además de dulce Madre, será nuestra mejor modelo y Maestra porque fue la mejor discípula.
Hacer todo «con María, en María, por Maria y para María», como decimos, será el camino más corto para llegar a Jesús.
– Por María: Ya que si Ella lo hizo todo por Jesús, sus manos serán el mejor cauce para que nuestro trabajo, oración, necesidades le lleguen a El más limpiamente.
– En María: si en su seno virginal se hizo carne, por obra del Espíritu Santo, el Hijo de Dios, también en su corazón nos dará fuerza y vigor para transformarnos en buenos cristianos, en verdaderos hijos de Dios, en otros cristos.
– Para Maria: ofreciéndoselo todo a Ella para gloria de Dios. Porque María se vació de sí misma y vivió exclusivamente para Jesús. Siempre que acudamos a ella nos conducirá a Jesús, irremediablemente Ella además de ser mediadora de todas las gracias es camino para llegar a Él.
Si nos llevamos a María Stma. a nuestra casa indudablemente irá ejerciendo sobre nosotros su influjo materno y nos enseñará a vivir abandonados y pendientes de cumplir la voluntad de Dios. Ella no se va a desentender ni del más mínimo detalle de nuestra vida.
Y para entrar en este influjo nada mejor que el rezo continuo del Rosario. Ella, si somos fieles, si tratamos de rezarlo con Ella, para Ella, por Ella nos introducirá en la verdadera oración, en el Misterio de Jesús y desde esta experiencia nuestra vida cristiana cambiará totalmente, se convertirá en una vida llena de ilusión, de sentido, de alegría, ningún acontecimiento por adverso que parezca logrará hacemos vacilar en la certeza de caminar con nuestra Madre del Cielo. Desde ese momento la Palabra de Dios será nuestra conductora y la guardaremos en nuestro corazón, y sentiremos el reto y la necesidad de darle forma en nuestro modo de obrar, de actuar y de ofrecerla a los demás, es decir, ser Testigos, abrir nuestras manos y nuestro corazón y ofrecer a todos los que nos rodean el tesoro descubierto.
Pero eso sí, siempre con esa arma sencilla pero poderosa que es el Sto. Rosario en nuestra mano. Oración que nos conducirá a disfrutar del gozo inefable de ser Hijos de Dios y de la Virgen Maria.