Boletin 2011

Triduo 2011. Día 2

LA VOCACIÓN DE MARÍA Y NUESTRA PROPIA VOCACIÓN”

 

1.- INVOCACIÓN INICIAL

 

Lector: En el nombre del Padre, del Hijo….

             Dios mío, ven en mi auxilio

 

Todos: Señor, date prisa en socorrerme.

 

Lector: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo

 

Todos: Como era en un principio ahora y siempre por los siglos  

            de los siglos. AMEN.

 

Lector: ORACIÓN:  Señor, purifica mis labios y mi corazón,

                                 para que pueda dar gloria a tu nombre,

                                 al bendecir y ensalzar a la Virgen María,        

                                 Reina del Rosario, Madre tuya y Madre 

                                 nuestra. AMEN.

 

 

2.- SALUDO

 

Todos: ¡salve MARIA! ¡infundenos un corazon 

                 sencillo y puro como el tuyo.!

 

Lector: “Ven, Espíritu Santo, creador Dios de amor: Tú hiciste a  

              la Virgen María tu madre según la humanidad, bendita

              entre las mujeres y feliz por todos los siglos; renueva en

              nosotros la fe en tu Hijo, verdadero Dios y verdadero

              hombre, y la acción de gracia por todas las maravillas de

              la Encarnación.”  

            

Todos: ¡salve MARIA! ¡infundenos un corazon 

                 sencillo y puro como el tuyo.!

 

Lector:  Ven, Espíritu Santo, creador Dios de la gloria. Tú

              alegraste a María, tu humilde servidora, con la venida del

              Mesías, y le inspiraste un cántico de gozo y de victoria.

              Humilla nuestro orgullo, arruina nuestra prepotencia, a   

              fin de que en la humildad y la pobreza, podamos

              encontrar la verdadera fuerza y la riqueza verdadera.

                          

Todos: ¡salve MARIA! ¡infundenos un corazon 

                 sencillo y puro como el tuyo.!

 

Lector: “Ven, Espíritu Santo, creador Dios compasivo. Tú

               asociaste a María a los sufrimientos de su Hijo, para

               asemejar su Corazón a los dolores del Crucificado; haz

               que encontremos el gozo en padecer por el Evangelio, y

               que completemos en nuestro cuerpo lo que falta a los

               dolores de Jesús por su Cuerpo, la Iglesia, por Cristo,

               nuestro Señor”.

 

Todos: ¡salve MARIA! ¡infundenos un corazon 

                 sencillo y puro como el tuyo.!

 

 

3.- lectura meditativa

 

LA VOCACIÓN DE MARÍA Y NUESTRA PROPIA VOCACIÓN

 

 

 

 

 

En los mismos comienzos de la Revelación se habla ya de nuestra Señora (Gen 3, 15). Después del pecado de nuestros primeros padres, Dios no abandonó a sus hijos, los hombres… Y llegada la plenitud de los tiempos envió al Arcángel Gabriel a Nazareth, donde vivía la Virgen. La piedad popular presenta a María recogida en oración mientras escucha, atentísima, el designio de Dios sobre Ella, su vocación.

 

Dios te salve, llena de gracia, le dice el Angel… (Lc 1, 28-33)

 

Y la Virgen da su pleno asentimiento a la voluntad divina: Hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38). Desde ese momento acepta y realiza su vocación que consiste en ser Madre de Dios y Madre de los hombres.

 

En función de su maternidad, fue rodeada de todas las gracias y privilegios que la hicieran digna morada del Altísimo. Dios escogió a su Madre y puso en ello todo su Poder. No quiso que la rozara siquiera el pecado: ni el original, ni el personal. Fue concebida INMACULADA, sin mancha alguna.

 

La vocación –como en toda persona- fue el momento central de su vida: Nació para ser Madre de Dios.

 

También en cada uno de nosotros la vocación es el punto central de su vida. El eje sobre el cual se organiza todo lo demás. Todo o casi todo depende de acertar en lo que Dios quiere de nosotros y ser fieles a este designio divino. Esto es lo más importante y alegre de toda nuestra vida: amar y seguir la propia vocación.

 

Propósitos para este día:

 

La Virgen nos enseña tres cosas:

 

1- Disponibilidad. “He aquí la Esclava del Señor…” fue la respuesta de la Virgen.

 

Démosle también cada uno de nosotros hoy, a través de la Virgen, un SI a Dios sin reservas y sin condiciones, aunque a veces nos cueste.

 

2- Aumentar nuestra oración. El trato con el Señor es fundamental para que vayamos conociendo el camino que Dios nos tiene preparado a cada uno de nosotros.

 

3- Abrir nuestra alma al Señor y darnos a conocer en la confesión.
Una buena confesión nos dispondrá a recibir las abundantísimas gracias que la Virgen nos tiene preparadas a través de este triduo.
Además, la dirección espiritual puede ser una formidable ayuda para conocer lo que Dios quiere de nosotros.

 

4.- REFLEXION PERSONAL

 

   Oramos en silencio, pidiendo interiormente aquellas gracias, favores o necesidades que deseamos alcanzar por medio de nuestra Madre la Virgen del Rosario.

 

 

5.- PLEGARIA

 

Lector:  María, tú no sólo eres Madre de Dios. También lo eres de

             nosotros, y cuando se dice que eres Madre es porque

             realmente es así. Es tu preocupación por nosotros, tu

             compañía, tu aliento, tu ejemplo, tu deseo de engendrar

             en nuestros corazones a tu Hijo… lo que hace que

             merezcas este título. Por eso te decimos.

 

Todos: INTERCEDE POR NOSOTROS ANTE EL SEÑOR.

             (se reza Ave María)

 

Lector: Virgen Santísima del Rosario. Nadie como tú

             conoce a Dios, y nadie como tú nos conducirá a él.

             Necesitamos acudir a ti porque tú eres el mejor camino

             para llegar a Jesús. Necesitamos que nos ayudes a renovar

             nuestro corazón. Tú que eres la nueva Eva haznos a

             nosotros criaturas nuevas.

 

 Todos: INTERCEDE POR NOSOTROS ANTE EL SEÑOR.

             (se reza Ave María)

 

Lector:  Señora, dame un corazón enamorado

             como el tuyo, un corazón generoso y abierto que descubra

             cada vez más la riqueza insondable que proviene de ti,

             para que así Tú seas siempre mi única riqueza, mi único

             tesoro; mi única savia, mi única vida; mi sustento y

             alimento; mi bien y mi alegría.

 

Todos: INTERCEDE POR NOSOTROS ANTE EL SEÑOR.

             (se reza Ave María)

 

 

6.- ORACIÓN FINAL

 

          ¡Oh María!, durante este triduo a Ti consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu imagen resplandece con nuevo brillo, y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, con nuestras oraciones y suplicas. ¡Oh María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún día dignos hijos tuyos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

REINA DEL SANTÍSIMO ROSARIO.

Ruega por nosotros.

 

CANTO DEL HIMNO DEL ROSARIO.