Mi particular devoción a la Virgen del Rosario
Desde mi más tierna infancia la imagen de la Virgen María ha estado presente en mi vida. Quizás sea por la imagen de ternura y sosiego que representa cualquier advocación, sobre todo si es de Gloria, a la misma vez que la confidencialidad que tiene cualquier hijo con su madre. Ella siempre ha sido la veleta que ha guiado mis pasos, siempre en mi pensamiento y siempre mi fiel consejera en los avatares diarios de la vida.
Así y por estos motivos, más otros ajenos que ahora no vienen al caso, mi primera experiencia como costalero fue precisamente con Ella, no precisamente en mi Hermandad, la Expiración, sino con María Stma. De la Soledad, ya que por aquel entonces portaba sobre mis hombros a ese sublime crucificado Expirante, a mi lirio de San Bartolomé. No se como describirlo, pero necesitaba portar la imagen de María, quizás fue por la precariedad de esa Cofradía y por los continuos “telefonazos” de mis antiguos compañeros de instituto que por entonces formaban parte de esa “cuadrilla” de costaleros, así durante 16 años.
Quizás a raíz de esa experiencia mi corazón se abrió mas si cabe hacia la imagen de María, pero como he dicho antes, en mi Hermandad encontré ese Sagrario de Cristo, a mi Reina de la Siete Palabras. Ella supo hablarme con su mirada, que es por donde habla el corazón sin terciar palabras, Ella me embriagó con su belleza de azahar y dejé las trabajaderas de mi Señor de la Expiración para engrosar las de Ella. A través de esa Advocación y con la complicidad de la oscuridad de unos faldones, he sabido rezarle en silencio, contarle mis miserias, sincerarme con Ella y sobre todo decirle los más bellos piropos que se le puede decir a la Madre de Dios a los sones de una marcha, ya que en la capilla y ante tan sublime belleza solo he podido contemplarla, sin poder musitar una sola frase.
Siempre he odiado a los llamados “vuelcapasos” de la Semana Santa, a esos que se dedican a meterse debajo de un paso para poder decir que son costaleros de esta y de otra hermandad, esos personajes que se unen a las cuadrilla de los pasos que están “de moda” solo para poder engordar su ego particular. Por mi mente pasó el que yo también podía llegar a hacerlo si aceptaba la propuesta de mis primos, Ramón y Agustín, pero, que equivocado estaba. María en su Advocación del Rosario puso a mis familiares como benditos intermediarios suyos, y fue así como entré a formar parte de la cuadrilla del Rosario. Admito que el primer año salí por cierto compromiso con mis primos, sin olvidar el orgullo de llevar a la Reina del Cielo sobre mí.
Pero ese año tuve la dicha de sentir la llamada de Ella, evidentemente no me quiero comparar con San Pablo, por que eso rozaría lo basblemo, pero si es cierto. En el transcurso del recorrido mi mujer en avanzado estado de gestación tuvo un grave accidente de tráfico, precisamente mientras yo iba debajo de Ella. Yo no me enteré hasta el cambio de turno, precisamente el cual no tenia que hacer, ya que por circunstancias tenía los dos turnos. Salí del paso y la miré, solo Ella y yo sabemos lo que nos dijimos. Evidentemente baje al hospital y gracias a su intercesión y a su manto protector lo que aquella noche podía haber sido una tragedia, se quedó en un “Divino” susto. Sí, digo bien “Divino”, puesto que ni a mi mujer y a mi futura retoña le ocurrió nada. Me sentía un privilegiado y volvía en busca de “Mi Rosario” para volver a mi puesto, a darle gracias, a…… Puedo deciros que esas han sido las “Chicotás” más sentidas de mi vida. Gracias Madre. Ese día le prometí que me tendría debajo de Ella durante los dos turnos mientras me diese fuerzas, que no faltaría a la cita del primer Domingo de octubre de cada año, Amen de a los cultos que se celebrasen en su honor. Todo esto se ha visto aderezado por el cariño que sus monjitas le profesan, solo hay que ver la miradas que le lanzan cuando nos vamos a la calle y cuando regresamos, amen del buen ambiente que se respira debajo de ese coqueto paso, el cual es un trocito de cielo.
Gracias Agustín y Ramón vosotros habéis sido los “culpables” de mi devoción a María Stma. Del Rosario.
Patero izquierdo de la delantera.