El Poderoso ha hecho grandes obras por mí
En el mes del Rosario, mes de Octubre, como en todas las fiestas de la virgen, celebramos que María como primera de los redimidos, ha sido elevada en cuerpo y alma al cielo, ha conseguido la plenitud de Vida en Dios. Para nosotros esta es la gran esperanza: que también conseguiremos esta plenitud. Por eso nosotros hermanos del Rosario son días de acción de gracias a Dios porque también hace grandes obras en nosotros, y su misericordia llega a los fieles de generación en generación para todos los que creen en él.
“Una mujer vestida de sol y la luna por pedestal”;
Con un lenguaje simbólico, el autor del libro del Apocalipsis quiere animar a los cristianos perseguidos. Muestra cómo el plan de Dios se cumple en la historia a pesar de los embates del enemigo. La mujer (el pueblo de Dios) engendra al Mesías, el dragón (las fuerzas del mal, el imperio romano totalitario y perseguidor de aquella época) nada puede… La Iglesia (San Agustín, San Bernardo, Santo Domingo…) ha retomado la imagen de la mujer para describir a María, en la cual el pueblo de Dios toma su modelo.
“Primero Cristo; después todos los que son de Cristo”;
En Corinto los hay que dudan de la resurrección futura, como hoy entre nosotros. Pablo, después de recordar que la resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe, expone que el triunfo de Cristo anuncia el retorno de todos los hombres a la Vida. Si Cristo es el primer resucitado, quiere decir que no es el único. Adán, con su pecado, introdujo la muerte en el mundo, mientras que Cristo, con su muerte, ha introducido la resurrección y la vida nueva. El Señor va delante de la larga procesión de todos los que son regenerados por el amor que viene de Dios. Y, naturalmente, entre ellos, la virgen María, su madre, tiene un lugar privilegiado.
“El poderoso ha hecho obras grandes”;
Os invito a ver a María Santísima del Rosario, como fruto y consecuencia de toda su vida. Dicho de otra manera, porque vivió en la confianza plena y radical en Dios, porque fue humilde, disponible a Dios y a los hermanos. Es por esto que Dios la ha ensalzado. Es un signo de esperanza para todos nosotros porque ella ya vive aquello que cada cristiano está llamado a vivir.
Para la advocación de Nuestra Señora del Rosario la iglesia ha escogido un misterio de gozo como evangelio, aunque si lo miramos bien encontraremos fácilmente “misterios de gloria”. “Bendita tu entre todas las mujeres”: con su presencia llena de espíritu a Juan en el vientre de Isabel. Con la Visitación vemos el fruto de esta apertura a Dios y a los otros. Ella, se habría podido quedar en casa cuidándose por su embarazo, sabe ver antes que nada que la otra, Isabel, la necesita. ¡Cuántas veces nos cuesta ver que los otros nos pueden necesitar! ¿Sé mirar hacia los demás primero? ¿O me miro demasiado a mi mismo? ¿Soy sensible a las necesidades de los demás?.
María sabe ver qué necesita su prima, y esto la lleva a pasar a la acción en actitud de servicio. María no se queda sola en el amor, sino que llega a la caridad (el amor que se vuelve servicio). María es modelo de entrega y de disponibilidad. Va y se está el tiempo que sea preciso ayudando y comprometiéndose por el otro… ¿Me comprometo por los demás como María o me quedo inactivo? La acción de María en servicio, es fruto del amor. Mi actuar, ¿de qué es fruto?.
“La actitud de alabanza de María”
Si os habéis fijado habréis visto que María habla muy poco en el evangelio, y que el Magníficat el texto donde habla más. Lo hace en una oración de alabanza a Dios. Y yo, ¿Estoy agradecido a Dios?, ¿O solo pienso en rezar, en hablar con él, para pedirle cosas?, ¿Sé agradecer todo lo que Dios me ha dado (la vida, la familia, los amigos, la fe, Jesucristo, La Iglesia…)? ¿Soy capaz de admirarme y ser feliz por su gran amor?.
Dios ha hecho obras grandes por ella, es muy cierto, porque ella deja que Dios le toque el corazón, se lo haga nuevo. ¿Dejo que Dios actúe en mí o voy por libre? Si Dios ve que nos dejamos, Dios hace grandes obras pero no se impone. Y yo, ¿Lo dejaré actuar en mi vida?.
Y María continua alabando a Dios: “Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos”. Y eso no tanto por venganza sino porque el estilo de Dios es éste: Dios está siempre al lado del oprimido, del que sufre. Y yo ¿dónde estoy?.
“Santa María, Madre del Rosario, ruega por nosotros”.
María, ayúdanos a seguir tu ejemplo. Ruega por nosotros, por la gente que nos ama y por aquellos a los que debiéramos amar más. Bendita seas y alabada hoy y por siempre: Aquí en tu casa-monasterio de la Purísima Concepción de las madres dominicas, en tu barrio de la Alcantarilla, en la ciudad del Santo Rostro, y en el cielo.
Con mis bendiciones y abrazos de Blas, Capellán Piedad Estrella y Rosario